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Las ondas gravitacionales explicadas para principiantes

Las ondas gravitacionales explicadas para principiantes

¿Qué son? Son ondulaciones concéntricas que encogen y estiran la ‘tela’ del espacio-tiempo mientras viajan a la velocidad de la luz. Se originan por eventos muy violentos, como la fusión de dos agujeros negros.

¿Quién fue el primero en pensar en ellas? La existencia de estas ondas la predijo Albert Einstein hace un siglo. Son consecuencia de su teoría general de la relatividad, donde se plantea que el espacio-tiempo es curvo y que objetos con masa muy acelerados cambian la curvatura de ese espacio-tiempo y producen ondas gravitacionales.

¿Cuándo y dónde se han detectado? El 14 de septiembre de 2015 a las 11:51 (hora europea de verano) por los dos detectores gemelos del Observatorio por Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés), en EE UU.

¿Es la primera vez que se han visto? Aunque los científicos ya habían deducido su existencia, hasta ahora no se habían podido detectar directamente. Hace más de 50 años que diversos experimentos en todo el mundo (como LIGO en EE UU y VIRGO en Europa) han tratado de conseguir la prueba experimental. Ha sido muy difícil encontrarlas debido a que sus amplitudes son extremadamente pequeñas y los grandes eventos que las producen son poco frecuentes. Aunque son causadas por el movimiento de la masa, la mayoría son tan débiles que no tienen ningún efecto medible.

¿Por qué son tan tenues? Cuando se producen eventos cósmicos violentos, hacen que el tejido del espacio vibre como un tambor. Las ondulaciones del espacio-tiempo emanan en todas direcciones, viajando a la velocidad de la luz y distorsionando físicamente todo a su paso. Pero cuanto más se alejan estas ondas de su origen, más pequeñas se vuelven. Una distorsión inicial en el espacio de varios kilómetros causada por ellas se queda reducida a solo una fracción del tamaño del protón caundo llega a la Tierra.

¿Cómo se han detectado? Para que la tecnología actual haya podido detectarlas se han tenido que buscar aquellas –todavía extremadamente tenues– irradiadas a través del cosmos desde sucesos extremadamente violentos, como las explosiones de estrellas y colisiones de agujeros negros. Solo laboratorios como LIGO, equipados con instrumentos láser de ultraprecisión, son capaces de detectarlas a través de las pequeñísimas perturbaciones que provocan en los haces de luz de sus detectores.

¿No hubo ya un anuncio sobre estas ondas hace un par de años? En 2014 el equipo del telescopio BICEP2 anunció haber descubierto un tipo especial de ondas gravitacionales: las primigenias que surgieron tras el Big Bang. La huella que dejaron en la denominada radiación de fondo de microondas (CMB) es lo que se supone observó ese telescopio desde la Antártida. Pero los datos del satélite Planck confirmaron que aquellos resultados no tuvieron en cuenta el polvo galáctico, por lo que no eran válidos. A corto plazo LIGO no tiene la capacidad de detectar esas ondas gravitacionales primigenias, por lo que habrá que seguir confiando en instrumentos como BICEP2.

¿De qué vale haber detectado por fin ondas gravitacionales? Estas ondas proporcionan información sobre los objetos que las producen, los eventos más violentos del universo como las supernovas o las colisiones y fusiones de agujeros negros y estrellas de neutrones. Su detección abre el universo a investigaciones completamente nuevas, además de facilitar el camino del Premio Nobel a sus descubridores.

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